Desde que tengo uso de razón, mi día preferido del año es Nochebuena. Es el día que precede a la Navidad, a la gran cena, día de reunirse con la familia... He de reconocer que el 24 de diciembre me sigue encantando.
En los últimos años, las cosas han cambiado pero siempre me vienen mil y un recuerdos de cuando era pequeña. Por la mañana, nada más levantarme, solía correr al salón, vaya que Papá Noel se hubiera querido adelantar y nos hubiera dejado algún regalo prenavideño para ir abriendo boca. Evidentemente, nunca había nada.
Pero la ilusión no se iba. Desayunábamos en familia y solíamos salir a comer con parte de la familia. Era como la reunión previa a la fiesta de la noche, como ir calentando motores: los primeros chistes, las primeras historias de mis primos en el cole de mayores...
Y después de comer, rápido a casa a dormir la siesta, o a hacer que la dormíamos. Tanto mi hermano como yo estábamos ya en un nivel de emoción que una siesta era mucho pedir. Así que nos dedicábamos a hacer "inventario" de nuestros juguetes, haciendo algún hueco a lo que nos cayera por Papá Noel.
Y entre juego y juego, llegaban las 7 de la tarde y ¡¡había que vestirse para la cena!! No es que nuestro vestuario fueran los trajes de gala de Felipe II, pero vestirse para la cena molaba mucho. Entonces yo no lo entendía, pero cuando fui más mayor comprendí por qué mi madre el día de Nochebuena estaba como la seda y en Nochevieja no había quién le dijera nada. La cena del 24 era en casa de mis tíos y la última del año en mi casa. Ese día, la casa tenía que estar más que reluciente, como si Sanidad viniera a pasar inspección :P
La casa de mis tíos molaba mucho. Era súper grande, yo nunca había visto una "casa en piso tan grande". Mi primo siempre tenían algo chulo preparado para hacer y todo lo que se le ocurría era divertido a la par que difícil de limpiar. Os podéis imaginar. Mis primas ponían la nota dulce y sabían cómo obligarme hacer lo que ellas querían. Una palabra: maquillaje. Sí, una sombra de ojos y un pintalabios para una niña de seis años es... lo mismo que para nosotras ahora :P Un juego MUY guay.
Y así, entre juegos, chistes de mis primos, anécdotas e historias de cuando mi padre y mi tío eran pequeños, conversaciones de Historia muy guays a las que me unía y escuchaba con atención una vez que fui mayor y alguna visita sorpresa, fueron pasando las Nochebuenas.
Ahora, el escenario cambia; muchos seguimos igual y desde el año pasado, tenemos a una nueva personita correteando alrededor de la mesa, el que nos trae la alegría y nos recuerda que ahora empiezan SUS navidades. Y que lo que hagamos estos próximos años, probablemente le marquen como nos marcaron a nosotros.
¡Que tengáis un feliz Nochebuena!
1 comentario:
Llego un poquito tarde, pero espero que hayas pasado una Nochebuena y un día de NAvidad estupendos.
Es verdad que rodeados de "personitas" son todavía mejor.
Para mí, el mejor día, es el de Reyes.
Besos.
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