Una semana más, quiero contaros cómo evoluciona el embarazo. Como ya vamos enfilando la recta final, cada semana tengo varias citas en diferentes médicos. Hace unas semanas, me diagnosticaron hipotiroidismo. Es decir, que mi metabolismo va ralentizado y eso hace que tenga que llevar una dieta más estricta para no coger más peso.
Mi ginecólogo me derivó a un nutricionista, que además de controlar la dieta, me ha puesto un tratamiento que parece que está dando resultado. La semana pasada, me felicitó porque la subida de peso había sido mínima y os juro que salí de la consulta tremendamente contenta. Y no por estética, de verdad, sino por bienestar mío.
Esta misma mañana, mientras vosotros leéis este post, tengo que ir las pruebas preanestésicas y a que valoren los últimos análisis. Y mañana mismo, vuelvo a mi ginecólogo con todos los informes que me han dado estos días. En mi última consulta con él, me dijo que me mandaría la ¡última! ecografía del embarazo y me daría los siguientes pasos a seguir.
Dejando a un lado el tema de todos los médicos, yo me siento gigante. A falta de seis semanas para salir de cuentas, me siento y me veo enorme. Yo soy más bien menuda y, entre la tripilla y la retención tan bestial que tengo de líquidos, es imposible no sentirme así. Este embarazo está siendo muy diferente al primero, al de Miguel. Con él, me hinché las dos últimas semanas. Y esta vez llevo hinchada desde julio. La idea de pensar en que ya queda menos es lo que más me anima a seguir.
La semana pasada también aprovechamos para desmontar mi estudio (snifff...) para convertirlo en la futura habitación de la pequeñita. Y debo confesar que ahora que lo veo ya todo listo para su llegada, apenas echo de menos ese espacio, mi espacio. Porque su ropita ya está en la cómoda, porque ya tiene hueco para sus cositas, para la cuna...
Y, después de muchas semanas de dudas, por fin hemos cerrado un tema que nos tenía en vilo desde que supimos que aumentaríamos la familia. Cuando decidimos tener a Miguel, mi chico y yo acordamos que él elegiría el nombre si era niño y yo lo haría de ser niña. De tener un segundo, el que no hubiera elegido el nombre del primero, tendría prioridad a la hora de escoger. Así que él eligió Miguel. Y ahora me tocaba a mí. No lo tenía tan claro como él, para nada. De hecho, me costó mucho cerrar la lista y reducirla a tres; dos meses más tuvieron que pasar para tener dos finalistas; y el otro día, en un arranque, le dije: "Ya está, ya tengo el nombre." Miguel me miró con cara de alivio, porque yo le había dado a entender que al final, cuando llegara nuestra pequeña, terminaría diciéndole que eligiera él el nombre cuando fuera al Registro.
Para muchas cosas, soy tremendamente indecisa. Y os juro que esta decisión me ha costado, pensando, sin ver su carita, si sería el nombre perfecto para ella. No sé si será perfecto o no, pero sí que es el que más nos gusta a la mayoría y con el tiempo me he dado cuenta de lo dulce que suena. Así que a día de hoy, me hace muchísima ilusión contaros que nuestra pequeña se llamará SOFÍA.
¡Que tengáis un feliz martes!
2 comentarios:
Felicidades!!! Sofia es precioso, seguro que le queda genial a la pequeñina :)
Uysss.... a mí personalmente no me gusta Sofía porque he conocido a varias y ya me cansé un poco de él... pero lo esencial es que os guste a vosotros y aún más esencial que te cuides como haces.... ánimo que ya no queda nada....!!
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