¡Buenos días!
 Igual que cada 31 de diciembre, hoy toca hacer balance del año que hoy mismo cerraremos y me gustaría hacerlo a vuestro lado, señalando todas aquellas que han marcado este 2015, que han sido unas cuantas.

El 2015 comenzaba en Little Hannah con una tienda online recién inaugurada y todo lo que ello suponía. Me había convertido en empresaria sin darme cuenta gracias a este blog, a las redes, a vuestro apoyo... Era entonces cuando tuve que aprender a desdoblarme en dos trabajos: uno, ayudando en el negocio familiar; y dos, la tienda que yo misma acababa de crear. Se abrían tiempos de incertidumbre, de comenzar a gestionar algo desde cero. Sin duda, una experiencia con la que he aprendido muchísimo.
Pasaban los días y en febrero, celebraba mi cumpleaños con la idea de dar un giro a muchas cosas. La tienda funcionaba, cada día conocía nuevas marcas que me encantaba incorporar y así poder crecer. y con este pensamiento llegamos a marzo, para celebrar el cumpleaños de Miguel. Y cuando el invierno nos había para dar paso a la primavera, nos enteramos de que a finales de año, pasaríamos de ser tres a cuatro. Después de muchos meses, teníamos a nuestro segundo peque en camino.

Ahora os puedo confesar que el malestar del primer trimestre me llevó a plantearme muchas cosas, entre ellas, un giro en Little Hannah. Quería, o más bien necesitaba, ir un paso más allá. Después del encuentro que organizaron las chicas de Handbox junto a Yo Dona, donde tuve la oportunidad de abrir primera pop-up en ese espacio y compartir mesa redonda con grandes bloggers del mundo DIY, me decidí. ¡Tenía que intentarlo!

Mientras mi por entonces tripilla crecía, comencé a dar forma mi primera colección. En julio, celebramos nuestro sexto aniversario de boda y mi regalo fue una tableta gráfica. Había que renovar la anterior y, poco a poco, surgieron bocetos en papel y en digital. Conté para ello con un equipo de diseño. Las chicas de Escrap me ayudaron a perfilar detalles técnicos que a mí se me escapaban. Con ellas aprendí muchísimo y a finales de ese mes, conseguía cerrar los diseños. Y fue entonces cuando nos enteramos de que esperábamos una niña.
Agosto llegó con un incendio. Sí, como oís. Nuestro negocio familiar se quemó y creedme que los daños fueron los mínimos que podrían haber sido, por suerte. Todo ello, aderezado con una obra bestial. Mandamos a mis padres fuera de Madrid, era la única manera de que desconectaran. A su vuelta, fuimos nosotros quienes pusimos tierra de por medio y, un año más, nos fuimos a nuestro refugio en el norte. Una semana que prometía ser perfecta, de no ser por la bienvenida que me dio: según llegamos, mi cuerpo de hinchó como un globo, literalmente.

Ha sido un verano complicado. El embarazo de Miguel había ido sobre ruedas, pero este estaba empezando a cansar apenas cumplidos cinco meses. Paciencia, me repetía. Y  nuestra vuelta a Madrid, nos esperaban muchas sorpresas: la primera colección de papelería de Little Hannah era ya un hecho. Llegaron a casa los blocs, planificadores y washi tapes que habíamos dejado encargados antes de irnos. El resultado superaba mis expectativas.

Septiembre vino marcado por la vuelta al cole, esta vez, de forma literal. Miguel dejaba la guarde para empezar el colegio, el inicio de una nueva etapa. Verle el primer día de uniforme hizo que me diera cuenta de lo que ha crecido. Fueron tres días de lloros pero tuvo una adaptación muy buena. Nos dejó alucinados. En esos días, lanzamos de forma oficial la colección, que tuvo una acogida tremenda y me hizo darme cuenta del cariño de la gente que rodea a Little Hannah, en redes, en el blog... ¡Así da gusto!

El otoño llegó con la entrada en el tercer trimestre de embarazo y todo se hacía más pesado día a día. En noviembre, decidí hacer caso a mi cuerpo y tomarme las cosas con más calma. Tenía que admitir que ya no llegaba hasta donde normalmente llegaba y que tenía que parar. Además, ese mes tuve que tomar la decisión de cerrar por unas semanas la tienda. Volvemos en primavera, con muchas ganas y unas fuerzas renovadas.

Y así, sin darnos cuenta, llegó diciembre, con el invierno más veraniego que recuerdo. No os voy a engañar: la primera mitad del mes se me hizo cuesta arriba... La tripa pesaba más que nunca y sabíamos que Sofía sería una niña grandecita. Y así, casi cuando cumplía las 40 semanas de embarazo, el día 17 de diciembre, la pequeña se decidía a salir. Fue un parto muy complicado y difícil, donde, por suerte, Sofía no sufrió. A las 3,40 de la tarde, esta pequeñita de 3,860 kg nos hacía los padres más felices del mundo. Y esa misma tarde, vivimos el momento más emocionante de todo 2015: Miguel venía de visita a conocer a su hermanita.

Estos días hemos tenido la suerte de vivirlos en familia, los cuatro en casa, conociéndonos. Sofía es una niña muy buena y Miguel está llevando todo muy bien. Nosotros nos desdoblamos para estar con los dos y, sobre todo, que el peque no eche de menos estar con cada uno de nosotros y dedicarle ratos haciendo cosas especiales.

Al 2016, le diría aquello de "Virgencita que me quede como estoy", para poder seguir disfrutando en familia, junto a los Migueles, Sofía, mis padres y mi hermano, mis grandes apoyos siempre. Y a vosotros, desearos un feliz 2016 lleno de ilusión y momentos especiales.